Beneficiarios

Personas privadas
de la libertad

152.000

Pospenados

1.700

Familiares

632

Guardias y personal administrativo

15.469

Población Carcelaria

Según datos del INPEC y la Defensoría del Pueblo, este es el panorama del sistema penitenciario y carcelario en Colombia

Total Internos 176.009

Establecimientos de reclusión
del orden nacional: 96.386
Domiciliaria: 71.344
Vigilancia Electrónica: 4.903
Subtotal INPEC: 172.633

Otros centros carcelarios

Cárceles Departamentales, Municipales y Distritales: 2.946
Establecimientos Fuerza Pública: 430
Subtotal otros establecimientos: 3.376

Género

92,9% hombres
7,1% mujeres

Internos Extranjeros 1562

1.390 hombres y 172 mujeres.

Las personas de nacionalidad diferente a la colombiana, que se encuentran en los establecimientos de reclusión, merecen una especial protección por ese hecho.

Por país de origen, los naturales de Venezuela ocupan el primer lugar, con 76,6% (1.197). De esta cifra, el
37,9% (454) son sindicados (380 hombres y 74 mujeres) y, el 62,1% (743) condenados (674 masculinos y 69 femeninas). En total, el 88,1% (1.054) son hombres y el 11,9% (143) mujeres.

Establecimientos carcelarios

ERON: 133
Establecimientos carcelarios: 127
Complejos penitenciarios y carcelarios: 5
Regionales: 6
Colonia penal: 1

Capacidad en las cárceles colombianas

Capacidad: 82.326
Hacinamiento: 18,43%

La privación de la libertad, el rechazo de la sociedad al recluso por los delitos cometidos, la separación de sus seres queridos, la estigmatización frente a la comunidad, la convivencia en un lugar en donde los valores, principios y las leyes se transgreden y la moral no es para la mayoría de los presos un referente, son realidades incuestionables que viven las personas que ingresan a las cárceles para “pagar ” por sus delitos.

Los efectos del cautiverio y aislamiento generan en los reclusos daños psicológicos y comportamientos traumáticos que dificultan enormemente las posibilidades de una verdadera reeducación y reinserción laboral y social cuando han cumplido su pena. Se suma a lo anterior, la ambivalencia real en la cual la sociedad se considera víctima de los delitos cometidos por los presos y estos se consideran igualmente víctimas de un sistema que los rechaza. Hay sentimientos polarizados para los que debe buscar una verdadera y permanente reconciliación, que facilite en el futuro la autentica resocialización.